Juan es un joven inmigrante que llegó a Estados Unidos con un sueño como muchos otros. Quería trabajar duro para ayudar a su familia en su país de origen y un día abrir un negocio rentable y tener una familia propia.
Juan conoció a María a través de un amigo y rápidamente comenzaron una relación sentimental. Poco después, María quedó embarazada y se casaron. Después de que María dió a luz, quiso salir de fiesta “porque todavía le faltaba una vida” y dejaría al bebé con Juan. María llegaba a casa borracha, dormía hasta tarde y no quería que Juan le preguntara nada sobre sus amigos varones y sus fiestas. Comenzó a insultar y insultar a Juan porque no podía quedarse con el bebé todo el tiempo. María volvió a quedar embarazada y las cosas empeoraron. Ella quería más libertad, pero Juan tenía que trabajar más horas para mantener una familia más grande.
Después de dar a luz al segundo bebé, María comenzó a consumir drogas y a traer personas al azar a la casa. Juan llegó a casa un día y encontró a varias personas bebiendo y drogándose frente a los niños. Cuando Juan confrontó a María por la situación, ella lo abofeteó, le pidió que se fuera y amenazó con llamar a la policía y al ICE y no dejarlo ver a los niños nuevamente si no hacía lo que ella le pedía. Juan se fue por varias horas pero regresó porque estaba preocupado por los niños.
Al día siguiente, llevó a los niños al parque y al regresar a casa encontró a María en la cama con otro hombre. El hombre se fue y María empezó a golpear y arañar a Juan ya rasgarle la ropa. Juan le suplicó a María que lo dejara ir porque no quería golpearla, pero ella siguió bloqueando las salidas y diciéndole a Juan que la golpeara. María se rió cuando Juan dijo que llamaría a la policía. Dijo que era ciudadana estadounidense y mujer y que la policía no le creería y lo arrestaría. Juan tenía mucho miedo porque creía que si llamaba a la policía lo deportarían y nunca volvería a ver a sus hijos. María continuó con los insultos y amenazas, por lo que Juan se arriesgó a llamar a la policía. Una vez que llegó la policía, arrestaron a María al ver los rasguños y la ropa rasgada de Juan y le sugirieron que presentara una orden de protección.
Un amigo refirió a Juan a CasaLuz, donde se le informó sobre sus derechos y se le ayudó a crear un plan de seguridad. CasaLuz también lo ayudó a presentar una orden de protección y lo refirió a un socio para que lo ayudara con la inmigración.
Unos meses después, Juan se divorció y obtuvo la custodia compartida de los niños. Recientemente recibió su permiso de trabajo y está esperando su tarjeta verde. Juan asiste a sesiones de consejería en CasaLuz y está muy agradecido por el apoyo de CasaLuz en un momento de gran necesidad. Antes de llegar a nuestra oficina se sintió avergonzado y asustado. Ahora se siente liberado y apoyado y sabe que está trabajando con una organización que lo respalda y lo ha empoderado para seguir adelante con su vida mirando hacia un futuro mejor para él y sus hijos.
Juan habla a menudo con su defensora y le recuerda lo perdido que estaba y lo feliz que se siente ahora. Siente que CasaLuz es su "lugar seguro".
Los nombres se han cambiado para proteger la identidad.
